Si acaso se rompe la noche

>> domingo, 22 de julio de 2012


Definitivamente, no nos veríamos mañana. La noche había terminado de romperse. Sabíamos que algún día esto podría ocurrir pues la percepción que dejaba la estela de la oscuridad era de absoluta pobreza y deterioro, aunque siempre confiábamos que se solucionaría y no habría que acatar el alejamiento por la muerte definitiva de la noche. El día anterior ya nos despedimos con una mención especial a la noche y si ella permitiría que nos volviésemos a ver. Sería triste no hacerlo.

-         Te veo mañana.
-         Si acaso no se rompe la noche.
-         Algo tendrás que hacer si eso ocurre.

¡Y vaya si tuve que hacer! Después del disgusto inicial al darme cuenta que la noche se había roto, después de llorarme todo lo que había que llorar, me puse manos a la obra a remendar el manto negro oscuro de la noche.

Necesité kilómetros y kilómetros de hilo negro que robé de los pañuelos de las viudas, esos que antaño fueron blancos y se tintaron con sus lágrimas negras.
Como agujas utilicé las isobaras de mi mapa del tiempo, donde una vez enhebrado el hilo introduciría por los huecos que las estrellas dejaban al apagarse.
¿Y la luna?

-         ¿Me ayudas, luna?
-         Yo soy reina de la noche. Yo, llena, seré botón que encaje en los ojales y la luz que vuelva a definir las líneas que perfilan la noche.

Y así pasé muchas horas, tantas que juntas hubieran formado años completos. Entraba la isobara y deslizaba el hilo de viuda hasta dejar un bordado casi perfecto. La luna observaba y daba instrucciones. Yo caía rendido a ratos y posaba mi cabeza en su hombro menguante, adormecido.

Y llegó el momento de la luna y estar llena y quiso entrar por el ojal. Penetró con tanta facilidad como la cometa sabe sobrevolar el cielo.
Y la noche empezó a brillar cuando volvieron las estrellas.

Y tú mirabas desde abajo acompañado de tu perro, mientras soñabas lo maravilloso que sería verme al día siguiente.




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Puta

>> jueves, 19 de julio de 2012




Golpe al corazón,
atentado a una vida ya de por sí gastada
y agudizada por un desprecio previsible.
No había armas
tan sólo la ignorancia.
No hubo sangre
mas lágrimas no faltaron en sus ojos.

Hoy vive de rebajas,
de hombre en hombre, sin mirar,
doliente de un pasado
que nunca alimentó su ego.
Duerme en camastros
y se fuma lo que queda,
no pregunta por no hablar
y no responde si preguntan.

No luce cuerpo
por tener feos hasta los intestinos
pero sigue mirando al cielo cada mañana
como si fuera la primera.

Se dedica a escribir versos
para leérselos frente al espejo
y no duda en cantar a solas
pues siempre se sintió artista.

Olvidó qué es un beso
o acaso nunca lo llegó a aprender
por eso no lo extraña,
pero le duele el frío de una cama vacía,
de una noche a medio hacer.


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Agarrado a su desnudez

>> miércoles, 18 de julio de 2012


No hizo falta
más que mi deseo tumbado en la cama
y sus ganas agarradas a las sábanas.
No soñé con grandes ceremonias
ni siquiera con una noche entera.
Tan sólo quería un pedazo de su yo
para saberlo
y poseer su desnudez.
Amarme, no me amó,
ni le conté en que consistía eso.
El blanco del entorno
se tornó manchado,
los ojos cerrados no miraban,
veían negro sin estrellas.
La noche tocaba a la ventana
y el suspiro apremiaba al adiós
sin saber qué guardaba
en toda aquella espesura.
Cerré con cuidado al mirarnos,
dejamos espacio abierto
y nuestra vida siguió a partir de las seis
sin un gracias por venir,
sin un beso que sobrase.



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