Peter Pan

>> domingo, 9 de junio de 2024


© Creativemarc

Nacido niño para morir niño,

su corazón de Peter Pan se paseaba entre nosotros durante el día


para dormir en su cama siestas de tarde y noche, junto a cuatro angelitos que le velaban.


Era el cuerpecito suyo muy liviano,


casi de princesa,


y a pesar de sus treinta y tantos, era niño en cada uno de sus temores.


Escondía bajo la almohada lo que no quería mostrar al mundo


pues eso le implicaría ser adulto, y él no quería;


no quería crecer


aunque su deseo aumentara al mismo ritmo que su barba.


Hería mis sentimientos cada vez que lo pensaba


pero, para mí, tocarlo era acunar su cuerpecito


y dejarle marchar a sus juegos, tras horas exiliado en nuestro feo mundo,


su libertad.


Nunca quise encender la luz –así me lo pidió-


para que no se asustara,


le complacía como él quería,


con juegos de palabras,


con abrazos robados,


con historias inacabables,


porque su corazón se rebosaba y su alma, desnuda, le avergonzaba.


Un día –temí- se quedaría solo,


sacaría sus secretos de la almohada y yo no estaría.


Nadie más entendería su resquemor,


y él moriría de viejo


sin haber amado,


sin haber sentido,


sin haber mojado sus labios


del agua de otras bocas.


Y la historia de Peter Pan nos parecerá fea


como feo es que todos los Peter Panes del mundo


callen sus miedos


y que los espectadores miremos sin aplaudir,


sin ofrecerles una mano cuando la insinúan,


aunque sigan aislados y cerrados en su cuarto de juegos,


si así ellos lo desean.


 


©Hisae 2024

 

1 comentarios amigos:

TORO SALVAJE 1 de septiembre de 2024, 8:24  

Crecer debería ser optativo.

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