De viejas revistas recortaba las palabras
que después le servirían para completar poemas
al tímido poeta aquel
que tiraba pasquines por las esquinas.
Apenas rimaba
pero amaba por encima de todo,
y de vez en cuando
sus propias lágrimas se convertían en sueños reales
de la intensidad como vivía
con la luz como lo sentía.
Sus versos no se leían,
se olían.
Las noches las transformaba en días,
los días
los vivía,
el tímido poeta aquel
que tiraba pasquines por las esquinas.
Y mientras pasó su vida,
corta,
entre silencio y silencio sin hablar,
por querer esconder lo que él pensó inútil,
contenida la belleza de lo creado,
enfrascado,
secas sus letras.
Y murió solo
y nadie supo de su ausencia y de la existencia
del tímido poeta aquel
que tiraba pasquines por las esquinas.
Hasta que llegó el otoño
y con el otoño el viento
y con el viento el arte del movimiento,
donde al fin volaron
y el mundo conoció
las letras de esos poemas
del tímido poeta aquel
que tiraba pasquines por las esquinas.
Foto: Sgt. PEPE
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1 comentarios amigos:
Qué bonito... me encanta esa idea de dar poesías por las calles :)
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