La última lágrima de Laila

>> sábado, 30 de marzo de 2013


                                        Käthe Kollwitz


Sin penas que taladren su corazón ya muy gastado,
con un pañuelo por si las lágrimas rondan sus ojos
y con el deseo de juntarlos a todos,
la madre abraza incansable el cuerpecito de su hijo muerto,
serena,
con esa mirada entre perdida y vacía,
acompañada tan sólo por la noche que se aproxima.
Ese bebé nacido del amor entre un padre y una obligación,
esa hambruna que marcaba cada uno de sus huesos,
la impotencia de la madre
con un caldero casi vacío
y sus otros seis hijos alrededor suplicando.

Ese país cargado de niños,
un continente,
ese petróleo que se entremezcla de lágrimas,
una guerra,
el poder que no justifica el hambre,
la muerte que empapa la tierra.

Hoy se fue el más pequeño
al igual que antes se fueron otros dos,
y ella, seca de dolor, lo abraza porque era suyo
y le canta por momentos
esa canción con la que lo alimentó
supliendo la cena.

Los vecinos miran a lo lejos la escena
que a diario vive alguno de ellos
y cierran sus puertas para no ver
porque convive cada uno con su propio corazón,
y su holgada amargura.
Laila abraza el cuerpecito por última vez
y es ahora cuando le resbala la única lágrima
que cae en la boca abierta de su hijo.
Llega el padre,
se lo retira de los brazos
y Laila regresa para seguir viviendo.

©Hisae 2013


Read more...

Aunque ya no esté

>> domingo, 24 de marzo de 2013



Recojo sus ánimos, limpio la cama y ventilo
después de velar y abrazar su cuerpo,
dejando mi rastro en su pensamiento
y diciendo un simple adiós.
No volveré. Tampoco me lo pide.
Nos dejamos
como los hijos dejan a los padres,
como la tormenta deja lluvia o
como deja el pan al hambre.
Nos dejamos sin más,
sabiendo que los recuerdos tan sólo duran
lo que uno quiera recordar,
sabiendo que las lágrimas tan sólo son agua
y se secan en verano,
sabiendo que nada es tan eterno
como la eternidad.
Fumo después de no hacer nada
y el humo permanece a mi alrededor queriéndome decir algo.
No pienso en el quizás,
ni en mañana,
ni tan siquiera en qué pasará cuando anochezca.
No me quedan más que unas monedas,
mis cigarrillos
y el resto de la vida por delante,
pero ya viví antes con menos.
Cierro la puerta y me marcho.

©Hisae 2013



Read more...

  © Blogger templates Shiny by Ourblogtemplates.com 2008

Back to TOP