Cajones llenos de letras
>> jueves, 20 de mayo de 2010
Siempre he llorado cuando no merecía la pena hacerlo.
Y jamás guardé las lágrimas,
aunque tenga letras guardas en todos los cajones por ese pesar,
para decirte,
para contarte,
para gritarte nuevamente mi desdicha.
Tengo el alma cansada de tantos intentos,
rasgada la piel que recubre el corazón de lo banal.
Suplico más tiempo para taponar la herida del recuerdo,
y si no vuelves
dejar los trocitos de abono para la nueva primavera.
¿Ves llorar a alguien?
Ya nadie llora. Dicen que sobreviviré
a pesar de las direcciones distintas que ambos tomemos.
Todos vamos hacia donde sale el sol
aunque tú y yo nos separamos ya a la llegada de la luna.
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Hoy sí
>> martes, 18 de mayo de 2010
Hoy sí,
te abro el alma
y me vuelvo transparente,
y te ruego
que me ahogues en tu alcohol
y después me mates sin palabras.
Hoy sí
conseguiste lapidar una de mis vidas
al prescindir de mis abrazos.
Y si me vuelves a ver
perdido en tu camino,
sonríeme en boca muda
y líbrame de esta condena.
Hoy sí,
te abro el alma
y me vuelvo transparente,
al morir por ti mis sentidos
y al haberte hoy perdido.
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Vulnerabilidad
>> sábado, 15 de mayo de 2010
Las noches resultaron tan negras como los cuervos; ni luces prendían a esa hora alrededor de mí. No sabía si dormía o era parte integrada de esa espesa negrura. En el cielo de mi última noche pensando en ti, no había luna. Fuera de mí sólo distinguía horribles sombras que simulaban menesterosos mendigos.
Dibujé tu boca en la arena, curiosamente sin labios, aunque ésta no parase de hablarme de desidias, errores y proezas de héroes que no existían. Quise besarte, pero mi lengua quedó impregnada por los granos de arena. Quise asirte, pero no eras real. Quise amarte pero eras vulnerable al amor.
Por eso hoy sería mi última noche en pensarte. Tal vez por ello, sólo un gato negro se atrevió a pasar bajo mi terraza. Y ni la luna ni la luz fueron mis aliadas en la despedida. Sólo yo sabía que mañana ya no estaría.
Sólo yo.
Sólo yo y tú, que encontrarías mi sangre entre tus libros.
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Hay tanta soledad en las trincheras...
>> domingo, 9 de mayo de 2010
Hay tanta soledad en las trincheras…
Con silencio, las noches me parecieron más oscuras, las esquinas más anchas, las palabras más parcas. La luna aquella noche no quiso aparecer. Y yo… y yo ansiaba la humedad de un pañuelo mojado por mis lágrimas.
Supe que no amaba, cuando el pañuelo permaneció seco toda aquella noche. Supe que no amaba, cuando al final, me rindió el sueño. Supe que no amaba, cuando en éstos amanecían una y otra vez las primaveras.
Encallecieron mis labios no por besos, sino por silencios. Perdí la cuenta de las horas marcadas en los relojes de mi cuerpo.
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No es temor lo que siento
>> miércoles, 5 de mayo de 2010
No es temor lo que siento,
ni amor, ni siquiera fantasía.
Mis delirios reprochan cada uno de los instantes
que he perdido en negar a mi conciencia.
No soborno al tiempo para estar contigo.
Sin ti he vivido
y sin mí estás.
¡Qué manera más absurda de gastar pensamientos confusos,
besos equivocados en tu boca ya desgastada!
No es temor lo que siento,
ni dolor, ni pena,
ni tan siquiera soledad compartida.
Nunca te tuve y desapareciste en un minuto,
como una pajarita de papel
ahogada en una noche de lluvia.
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