Amanecer y ocaso juntos de la mano
>> jueves, 23 de julio de 2009
Apenas amaneció y el viento sonoro trastorna mis oídos...
El desayuno voló por el cielo... me amarga el café...
Te escribo desde el silencio de la noche porque el día fue demasiado ruidoso.
Pero lo bueno que tiene el día, es que al cabo de unas horas termina,
y yo me siento libre para cerrar los ojos y hacerlo desaparecer.
Si encuentras silencios es por la omisión del veneno,
si te oprimo, puedes devolverme las letras:
las ahogaré en el mar.
Acaso no vuelva a ver la luz
si olvido abrir los ojos.
¿Pero acaso dicen que existen los colores?
No estoy. Me fui.
No me esperes en el andén.
Marché en el último tren.
5 comentarios amigos:
Demasiado sentimiento para este día...
buen finde.
Saludos conversos.
Entre el amanecer y el ocaso
sólo florece el silencio.
Un abrazo
No es mala idea quedarse en la noche. Pero el dia volverá. Y hay que estar preparados.
Gafas de sol, amigo :)
Me gusta el hecho de decir que te fuiste así tu ausencia lo diga también.
Saludos grandes.
José Roberto Coppola
¡Qué bonito!
Bonitas palabras, Mario.
Preciosa estrofa final... ¿qué tendrán los trenes que siempre me han llamado poderosamente la atención¿ ¿será por el rastro de ausencia que me dejan?
Besos, Mario!
Publicar un comentario