Entre hojas
>> domingo, 6 de febrero de 2011
Distraído,
removiendo las hojas que habían caído de los árboles,
encontró un corazón que parecía sangrar.
Lo tomó entre sus manos,
miró hacia los lados
y se dedicó a lavarlo con sus lágrimas.
No había suelo,
no había cielo,
no había olor.
Apoyado en el quicio de cualquier sitio
observa el corazón que sangraba
o tal vez lloraba.
Ese corazón que le había conmovido.
Decidió que no era suyo,
y lo enterró entre las hojas que seguían cayendo de los árboles.
Al fin y al cabo
no distinguía entre la transparencia de una lágrima
y el rojizo de la espesa sangre casi seca.
1 comentarios amigos:
En ese corazón de hojarasca,
a pesar de los pesares,
estará latiendo siempre la vida.
Un fuerte abrazo.
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