Le llamaban hombre. Al menos así fue llamado hasta aquel mes de marzo de un año
que ya nadie recordaba. Le llamaban hombre, no sabemos si quizás por andar
erecto o por emitir unos sonidos que denominaban lenguaje. Pero eso fue antes.
Ya nadie le llamaba así. Ahora caminaba por la calle en silencio con el bozal
puesto en la boca, sólo en horario establecido. Mientras, nosotros le mirábamos
y comentábamos lo triste que se le veía andar, sin hablar, sin fumar, sin ni
siquiera mirar hacia adelante, más bien al contrario, hociqueaba el suelo para
no encontrarse con su verdadera realidad. Nosotros los perros, jamás nos reímos
de él, de ellos. Los papeles se habían intercambiado y ahora eran ellos los que
debían salir con el bozal en la boca. Eso sí, el hombre tenía los bozales de
diferentes colores. Pero al fin el humano no volvería a morder nunca más.
©Hisae
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1 comentarios amigos:
Lo siguiente será que nos arrojarán huesos y nos pelearemos por ellos.
Saludos.
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