Sin Título es el título
>> domingo, 8 de noviembre de 2020
La soledad, de Andrés Conde González |
No respetabas el espacio que quedó entre nosotros y yo le di a los cuervos
el exceso que querías para ti,
aunque te sobrara el tuyo propio,
como a los muertos les va sobrando el ataúd
según se descomponen sus cuerpos bajo la tierra.
El egoísmo te pudo siempre
y no soportaste verme, aquel día, otro día más,
abrazado a una felicidad menos efímera que la tú me ofreciste.
A pesar de ello,
a pesar del frío que pudiera sentir en enero
yo me resignaba a dejarte la ventana abierta
por si entre sueños me llamabas,
humillando nuevamente mi conciencia
y fallándole a mi honor.
No volviste, la ventana siguió intacta,
mi olvidó fue ganando a mis ganas
y un día desapareciste mientras yo vivía.
No fue hasta pasados unos años
cuando tu hermana llamó a mi puerta.
-Murió en abril -me comentó mirando al suelo
y entregándome una carta.
Abrí el sobre y sólo dos palabras me dejaste:
“Me arrepiento”.
Ya era tarde. Yo no lloré y tú quedaste sólo en tu tumba.
1 comentarios amigos:
El poema me ha dejado K.O.
Esos versos finales son un puñetazo al hígado.
Muy bueno.
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