Filomena
>> lunes, 11 de enero de 2021
Filomena Carrizosa Sarmiento - Anónimo |
Ella era enorme y ocupada cada todo el sitio de nuestra pequeña cama. Afortunadamente, mi tamaño se acoplaba bien entre los pliegues de su barriga y las piernas y podía dormir toda la noche caliente y sin moverme. Comía como si fueran a terminarse las viandas para siempre –de hecho era su única ocupación- y aunque yo le animaba para ir a pasear juntos por la orilla del río, ella me ignoraba como si no me escuchara o tal vez existiera.
Una noche Filomena se sintió indispuesta. Se acostó antes de costumbre y yo, muy preocupado por ella, llamé al médico del pueblo, el cual apenas tardó en llegar lo que se tarda en pedalear ciento ochenta grados por veinte veces – eso me lo dijo el propio Don Anselmo. Después de palpar su vientre en reiteradas ocasiones y observarla haciendo gestos extraños con la boca, comentó que la pobre Filomena estaba tan hinchada que, o vomitaba inmediatamente o estallaría como cuando pinchas un globo.
Y así fue lo que pasó. Aún no había terminado Don Anselmo sus palabras, cuando de repente Filomena estalló. Toda ella –o mejor, todo su interior- voló por los aires. Nunca más se supo de Don Anselmo que en ese momento estaba enfrente de la cama. Más tarde dijeron que habían encontrado un cuerpo sepultado por un alud de nieve. La región quedó totalmente colapsada, hablándose de la nevada del siglo, y nuestro pequeño pueblo estuvo incomunicado durante más de ocho días. Los meteorólogos no entendían la llegada tan de improviso de esta borrasca polar por el sur, cuando antes siempre eran las calimas las que todo lo cubrían.
El caso es que a tal fenómeno le dieron el nombre de mi esposa, la pobre, mientras yo me quedé llorándole hasta la primavera.
©Hisae
3 comentarios amigos:
Aquí Filomena se ha portado bien.
Ahora entiendo perfectamente el origen de su nombre.
Bien merecido sin duda.
Saludos.
Pobre mujer. Muy lovecraftiano todo.
Qué asco da todo eso de explotar desde dentro. Por dentro todos somos feos, no por fuera. Ahora, con las mascarillas, no hay feos, solo interesantes. Algo hemos conseguido.
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