La vida de las flores muertas, Jaime Rull |
Siempre me gustaron los cadáveres de flores,
porque eran los únicos que olían bien
y no me importaba que permanecieran tiempo a mi lado.
Parte de mi soledad era rodearme de muertos.
Se detiene esta mirada
contemplando tus palabras
sintiendo tu vida.
Tu vida
en mil palabras.
En mis sentidos, en mis afectos,
en lo que soy
y he sido
en tus sentimientos,
no sólo en mis pensamientos.
El rumor
de tu sombra
proclama tu esencia viva,
mi piel congela todos nuestros segundos
y mi alma los eterniza…
tatuados pensamientos.
Sonrío y lloro,
lucero caminante
en senderos de sueños
con trazos de tu vida
ocultos pensamientos.
Tu voz
vuela en la distancia y
consumo tu inigualable diferencia
-saboreo tu desnuda esencia-
se ilumina mi sombra
a la luz del faro
de tu isla.
Eclipsa mis reflejos
en el mar de tus ansias,
atada con lazos
dulces de vida,
van mis rasgos
en tus
pensamientos.
A mi amigo Mario (Francisco Vázquez)
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2 comentarios amigos:
Un buen poema.
Me veo ahí.
Poderoso. Realmente ¿quién está vivo? Solo quien comprende. Los demás, estamos distraidos que es como estar ausente, o como no estar. Que es como estar muerto. Y junto a los muertos solo queda uno y su soledad. Poderoso tu escrito.
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