La chica de enfrente

>> domingo, 26 de diciembre de 2010


Era la chica de enfrente.

Miraba cínica e inquieta

con su ventana abierta,

medio desnuda

y sin peinar.

Nunca supe su nombre

aunque la descubrí en varias ocasiones

fumando las colillas

que encontraba pisadas en la calle.



Observaba, creo,

los excrementos que dejaban

las palomas

que se posaban en mi ventana.



Por las noches,

jamás se apagaba la luz en su dormitorio.

Aprendí a jugar

con las sombras que adivinaba.



Ayer tarde,

una ambulancia

recogía el cuerpo sin vida

de la chica de enfrente

estrellado contra el suelo.



A lo lejos,

se escuchaban villancicos…




4 comentarios amigos:

© José A. Socorro-Noray 26 de diciembre de 2010, 16:50  

Excesivamente duro, pero más dura es aún la realidad.

No escucho ya villancicos, sólo un réquiem se vislumbra en la distancia.


Un fuerte abrazo.

Diego A. Tejada Gamboa 26 de diciembre de 2010, 21:36  

Que realismo, un beso Hisae

Thiago 27 de diciembre de 2010, 16:32  

estos días son terribles para los que tienen tendencias depresivas y/o suicidas, cari... O eso, o es que el ayuntamiento limpió las cagadas de paloma de tu balcón, ja

Bezos.

Anónimo 29 de diciembre de 2010, 6:31  

Preciosa poesía. Sin amor solo está el avismo y el silencio. En este caso la muerte fue un destino seguro para escapar de su ausencia.
Franc.

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