Qué fue de ella, que pasaba
las tardes recogiendo flores para colocar en una cesta de mimbre y escribía poemas
cortos para aquel soldado, quizás herido, quizás ya muerto, que marchó a la
guerra y jamás leería.
Qué fue de ella, que salió de
casa una mañana de domingo cuando más llovía para enterrar los huesos que le
entregaron de su amado, que no lloró las lágrimas contenidas, al menos delante
de nadie, y como único sufrimiento manifiesto fue quemar sus poemas con las
flores ya secas.
Qué fue de ella, que durante
meses permaneció encerrada en casa, que las malas hierbas trepaban ya por los
escalones de la entrada y que los cristales pasaron de transparentes a
translúcidos por el polvo acumulado.
- La guerra. ¡La guerra! -se le oía gritar en ocasiones de noches más
oscuras sin luna cuando pocos permanecían aún despiertos.
Qué fue de ella aquella mañana
cuando salió en titulares la finalización de la guerra. Se escuchaba música de
fondo de la banda municipal, la gente comenzó a llenar la calle mientras parte
de la pérgola del porche de ella permanecía caída y sin restos de pintura
blanca.
- La guerra. ¡La guerra! -aún se le escuchaba.
- No, amiga. ¡Despierta! La guerra ha terminado -querían convencerla.
No, la guerra permanece por
décadas. Nunca se puede hablar de una guerra terminada. No, jamás se lo digas a
esas madres que no volvieron a ver a sus hijos, a esos jóvenes que portarán una
cojera, una ceguera de por vida. No se lo digas a toda aquella clase no
burguesa que seguirá pasando hambre como los días más duros en el frente. No
podremos hablar de una guerra acabada mientras los periódicos y la radio sigan informando
de todo aquello que aconteció en los cuatro años de conflicto, mientras los
odios no dejen de sangrar y cicatricen.
¡Nunca! Nunca podrás hablarme de que la guerra terminó mientras yo tenga
vida y mis ojos sigan contemplando la tumba con unos restos que ni siquiera sé
si son de aquel soldado.
Qué fue de ella mientras
siguió viviendo... Y la radio siguió sonando...
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4 comentarios amigos:
Las guerras no acaban jamás.
A las pruebas me remito.
¡Cuántas tumbas y cunetas sin abrir! Así, nunca terminará esta maldita guerra.
Contra esa y otras guerras sí puede hacerse un buen poema... como éste!
Salu2
"Nunca se puede hablar de una guerra terminada", cuanta verdad Hisae.
Un abrazo.
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