Sólo pido
un poco más de vida
para quitarle a mi Cristo los clavos de la boca
y que no muera nunca la sonrisa
que dibuja para mí cada mañana cuando me mira.
Sólo pido,
¡por favor! un
poco más de vida
para que las cosas que guardo tan adentro para decirle
salgan de mí antes que la muerte me vengue y decida
buscarme;
que sus labios desclavados
besen al fin mi boca
y no la hieran más las heridas que dejaré por siempre muertas
a los pies de la cruz maldita.
Y es el peso de una vida errónea
lo que condena,
la necesidad de alejar lo más cercano
lo que deseo,
y no morir que para eso nacemos,
sino hacerlo
antes de nacer para después vivir.
Al tiempo que me queda
tan sólo le pido que su boca no desdibuje la sonrisa;
tragarme los clavos,
y que su cuerpo lo disfruten otras manos
pues no es mío,
y si en algún momento su cruz le pesa,
-que le pesará-
que tenga yo fuerzas para quererla mía .
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4 comentarios amigos:
Hay heridas que nunca terminan de cicatrizar. Como siempre, es una gozada leerte.
¡Ay cómo duele!
No sé, ojalá pudiésemos nacer... para no querer morir!
UNA ENTREGA TOTAL.
ILDUARA
Vaya.... qué fuerte el poema!!!
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