Foto: Carlos Valcárcel
Qué largos se hacen los minutos de espera
para la hora del duelo,
qué negros todos los vestidos y corbatas,
¡cuánta lástima inspiran viudas y niños!
Cuánto dura el luto que nos regalan tantas y tantas grises
mañanas
y otras tantas noches sin risas ni vasos de vino,
qué inoportuno el muerto
que muere en verano y no en cuaresma
que es cuando uno ha de morir.
¡Qué congoja la que queda
después de marcharse solo!
Cuántos trapos sucios tirados
que nadie quiere lavar,
qué mueca irónica grabó el difunto en su cara
pensando en un ¡sálvese quien pueda!
y partiendo vestido todo él
de mortaja recién estrenada.
Ya no quedan lágrimas transparentes en los ojos de la
viuda
hoy sólo se llora veneno,
¡cuántas ventanas abiertas
y murmullos entre casa y casa!
¡Quién viviera después de muerto!
¡Quién llorara sobre el propio él!
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5 comentarios amigos:
PORQUE LA MUERTE NO SE ESCOGE COMO TAMPOCO SE ESCOGE LOS QUE NOS LLORAN. TRISTÍSIMO EL POEMA, IMPRESIONANTE LA IMAGEN.
ILDUARA
Muy triste, pero es así, el clima completamente acertado.
La muerte...
La gran justiciera.
Ya no me asusta.
Hermosas palabras
Todos lloramos alguna vez sobre nosotros mismos, pues a veces somos conscientes de que morimos un poquito cada día.
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