Bacanal
>> viernes, 26 de marzo de 2021
Bacanal, de Giulio Carpioni |
Estaba solo,
esperando a no sé quién o a qué,
pero seguía aquí sin marcharme, solo, esperando.
La muerte no llamaba.
Si es cierto que los pájaros se escuchaban de fondo
y que al viento le dio por soplar,
no sé si preludio de algo bueno.
Dos serían multitud,
aunque en mi sueños las bacanales en honor al dios desconocido Baco
eran de muchos,
quizás decenas.
Mi dios Baco era sin alcohol, la edad no me lo permitía,
y las mujeres eran hombres travestidos
de nobles de la Edad Media, con calzas y túnicas
y calzoncillos que lavaban con asiduidad.
Pero eso sólo era mi sueño;
mientras
yo seguía solo, esperando a no sé quién o a qué,
rodeado del gorjeo de los pájaros.
Solo,
como si el viento no me hubiera visto
y en su arrastre me quisiera llevar lejos.
Sólo,
porque mi edad equivalía a soledad,
y mi destino era morir solo,
en una cama que no era la mía,
si acaso la muerte me llamaba.
©Hisae
2 comentarios amigos:
A veces uno, con su propia soledad, se hacen multitud en el corazón. Un abrazo grande, Mario.
La soledad, siempre, al final...
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