La noticia
>> jueves, 18 de marzo de 2021
Permanecía de pie tal y como se encontraba cuando él empezó con su verborrea.
No hizo mención de sentarse, ni siquiera de estremecerse, a pesar de que le confirmó lo que ella llevaba tanto tiempo sospechando. Le miraba directamente a los ojos, no pestañeó en ningún momento.
Cuando terminó el fastidioso anuncio, el silencio impregnó la habitación. Sólo se escuchaba el quejido de un gato maullando que debía estar en celo, pues la ventana seguía abierta desde la mañana.
Ella dio unos pasos, cerró la ventana para no escuchar al fastidioso minino y dirigiéndose hasta el fregadero abrió el grifo para continuar fregando los pocos platos que había del desayuno.
Él, desconcertado por su silencio, le preguntó qué opinaba. Ella no opinaba, le dijo.
Abrió la puerta con mención de marcharse, pero ella se acercó por la espalda agarrándole el cinturón del pantalón. Al girarse sobresaltado, le clavó un cuchillo de cocina en la barriga, una, dos, tres veces... Él permanecía con los ojos muy abiertos y, cuando al fin un hilo de sangre salió por la comisura de sus labios, cayó al suelo en medio de un gran charco rojo.
Ella, se lavó las manos y siguió fregando.
1 comentarios amigos:
Según qué es mejor decirlo por carta y desde otro continente.
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