El crisantemo

>> domingo, 12 de febrero de 2012


No sólo fue la soledad de un crisantemo lo que percibí.

Fue también el frío de esa lápida blanca.

Imaginé un cuerpo inerte dentro,

embalsamado

y amortajado.

Sin sonrisa en el rostro.

Y quise imaginarme la vida que hubo cuando el aire jugaba a entrar y salir.


Al mismo tiempo que imaginaba,

tomé el crisantemo en las manos

y le ayudé a tener olor.

Fue inútil.

Terminó de morir entre mis dedos.

Quise también amortajarlo.

Sus pétalos le sirvieron de colchón, mientras su verde oscuro imitó a la muerte.

No recé.

Tan sólo quise saber si la lápida blanca seguía helada.



5 comentarios amigos:

Anónimo 12 de febrero de 2012, 21:37  

...no dejes que se muera en tus manos...

Anónimo 12 de febrero de 2012, 22:38  

-No digas nada, niño mío
No me hables de flores de oriente

Anónimo 12 de febrero de 2012, 22:39  

es sólo terror

Marián 17 de febrero de 2012, 18:52  

Siempre que voy a un cementerio, pienso en como serian cuando estaban vivos
saludos

Anna 25 de febrero de 2012, 23:26  

Envidio al crisantemo que supo de tus más profundos sentimientos.

Después de tus manos...la lápida se quedó templada.

  © Blogger templates Shiny by Ourblogtemplates.com 2008

Back to TOP