El vendedor de ilusiones
>> lunes, 20 de febrero de 2012
Encontré un vendedor de ilusiones
apostado en la esquina de mi calle.
Acercándome a él,
el cielo ya cambiaba de color.
Dormía la tormenta.
Cerré el paraguas
y sonriéndome me dijo:
.- a buen precio, incluso te puedo conseguir tener el mar.
Le di lo suelto que llevaba;
poca cosa,
apenas la calderilla que guardaba del aguinaldo
y crucé la calle pensando
si acaso el vendedor me mentía
o si sabría distinguir el mar del cielo
si lo veía.
A unas manzanas de distancia
distinguí a mi mejor amigo
y después de saludarle, le conté
la ilusión por mí comprada.
Iluso por seducirte fácilmente, amigo -me dijo.
¿Acaso no te reconoces pez
y el lugar donde vivimos sea agua?
Mar que te pierdo si miro al cielo,
agua de mar,
todo transparente que confundo con ráfagas de viento.
Pez nací, escamado si acaso en verano,
negrura con la que se pinta un futuro en noches sin luna,
pero agua al fin y al cabo,
quizá por ser mar,
por ser raya o quimera.
1 comentarios amigos:
Esto lo has escrito por llevar el mar tan adentro.
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