Me descansan los ojos aunque aún no los sueños
cuando cierro el calendario del lustro ya caduco.
Mis poemas se repiten indecisos e incesantes
y sin letras para extrañarte
y recordarte,
pues ya tú sabes
que no te has ido de mí
y que aún te vivo
y que aún esperaré a verte cuando llegue a casa.
Y si no estás,
es que duermes...
Cinco años no son nada
o pueden ser todo si mis máximos recuerdos son tu
partida,
poco a poco sin despedirte
porque la agonía no te deja.
Y eso se quedó conmigo,
indefenso y mordiéndome la lengua
porque aún no te tocaba
y yo aún tuve algo que decirte.
La cobardía nos pudo a ambos
pero los finales no cierran los capítulos
sino que estos quedan alargados en el tiempo.
Cinco años ya,
y mañana pasaré de nuevo la hoja del calendario
y esperaré al sexto,
quizás para decirte,
que aún te extraño.
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