Sombra

>> lunes, 13 de agosto de 2007

El azar cambió de semblante,
cuando nació el día
y mis ojos seguían ciegos.
Llámame cobarde si se te antoja,
pero sufrí la amputación de los deseos,
forajido de la noche,
la luna tomé por escudo,
al querer compartirte mis recuerdos.
¿Con qué descaro me eximes,
del triunfo de mi vida?
Es designio ser yo franco,
no nací farsante,
mírame como vidrio,
transparente,
como si ni sangre tuvieran mis venas;
mira mis ojos,
ciegos,
de pensarte.

1 comentarios amigos:

El S@nto 14 de agosto de 2007, 5:17  

Sufres de inconprension Mariete?. Sigues siendo unico en tu genero . UN ABRAZO

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