Reflexiones (son tus ojos)
>> lunes, 30 de junio de 2008
Este suntuoso amor que me embriaga, que tanto ambiciono, envidio y en el cual creo… este amor no es la vida. Era lo que yo buscaba; era un paréntesis en mí mismo.
Pero estar próximo a tus ojos, por quien consumía todo, cuya vida me protegía y nutría a consecuencia de tu mirada, esa sí era la alegría verdadera, la más profunda, la única alegría que anhelaba.
Y es que hoy tus ojos se tragaron la maldita distancia, la de las alegrías y tristezas y la de los besos sin sabor, para obsequiarme con tu yo más directo.
Hoy al fin pude descifrar ese lenguaje que nos une tan solo con tu mirada, y definitivamente comprendí que no existirán más noches sin lunas, oscuridad que me aterra por no sentirte a mi lado.
Sólo tú fuiste capaz de saber mirar para poder ver de mil maneras, mágico derroche de luz en tus oscuros ojos.
Para no apagar así mi vida, por favor, no vuelvas a cerrar tus ojos.
¿Acaso no eres consciente de lo que me inunda tu mirada?
Mírame una vez más de frente. Sólo una vez más para dejarme el recuerdo por siempre de tus negros ojos, estos que intuyo tan tristes a la par que bondadosos. Estos que me miran y me clavan y me hieren y me matan, y que no puedo olvidar.
¡Te adoro! Son tus ojos.