Aún me empeño en que duermes
>> martes, 9 de marzo de 2010
Todas las cosas morirán.
La primavera será tempestad;
¡Oh, vanidad!
La muerte aguarda en el umbral.
Lord Alfred Tennyson
Aún me empeño en que duermes,
en prolongar por siempre la noche.
Y rehuyo abrir la puerta de tu alcoba
por si no estás o realmente moriste.
Y duermes,
día tras día duermes
a pesar de la mañana roja y cargada de llantos.
Tu cabeza ladeada.
y duermes.
Decido entonces aunque tarde
caminar a tu lado para no sentirme solo,
y si mueres, muero,
cualquier noche, entre los dos,
tumbados en nuestra propia historia.
Y aún me empeño en que duermes,
aunque te llore al día siguiente y estés conmigo.
La ausencia se prolonga
y grito a dios,
y detiene el reloj del error de mi vida.
4 comentarios amigos:
Dicen que rectificar es de sabio. Creo que este poema es de los más bellos que has escrito... pero, eso, sólo será hasta que escribas el siguiente.
La ausencia se prolonga
y se enreda en el verbo,
dejándonos desnudos
al borde del silencio.
Un fuerte abrazo
Nos duelen nuestros errores cuando creemos que ya no tienen remedio. Casi siempre hemos sido perdonados mucho antes de perdonarnos nosotros mismos.
Está dormido...pero vive mientras tu vivas.
Un abrazo enorme, Mario.
Keli
Este poema duele, y veo lo que hay detrás y sé a qué puerta te refieres.
Esto me gusta especialmente, aquí está el poema:
"Decido entonces, aunque tarde,
caminar a tu lado para no sentirme solo,
y si mueres, muero,
cualquier noche, entre los dos,
tumbados en nuestra propia historia"
Mario, estar vivos es el regalo que la muerte nos da cuando nacemos. Es el pacto. Seguir vivos cuando nos visita de cerca es, en cambio, el regalo que los vivos hacemos a nuestros muertos para que sigan con nosotros más tiempo (aunque sólo sea en el pensamiento o palabras como éstas), más allá del pacto escrito. Mirémoslo así.
Fantástico.
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