Y según viene se va,
pero siempre queda esa huella que
aunque no ves, sabes que estuvo.
Duermes,
soñando con su regreso,
con la mano abierta
y pendiente de esos ruidos de la noche que desconoces.
Cuando despiertas
ese huella perfumada apenas se percibe;
está borrada
o tan sólo grabada en tu cabeza.
Buscas al salir
si acaso te espera
o si
como cada día
caminarás con tu soledad.
Recuerdas instantes que tienden a desaparecer
con cada movimiento del reloj
pues no te queda vida que perder
y sabes que de olores está el mundo lleno.
Cierras la mano
para no asir más que tu aire
y bebes para olvidar
mientras ríes de lo que te perdiste.
A partir de ahora
eres uno, solo e indivisible
no dejas que te aparten de tu camino
y si caes
recuerdas que otros lo hicieron antes.
Ahora márchate,
pero no olvides dejar esa ventana abierta
por si desea regresar.
©Hisae 2012
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1 comentarios amigos:
Jamás hay que cerrar las ventanas,
siempre son necesarias para que entre el aire.
Abrazos.
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