No pasa el tiempo, lo paro, cuando pienso, escribo y veo
que está el suelo lleno de cristales, no sé de qué,
de algún sueño, quizás, hecho añicos.
El día continua despejado, así siempre, una y otra vez
y las noches muy
oscuras, sin luna,
por saberte sin sentirte, o acaso porque son.
Eso pasa siempre. Pero yo me creo cuentos.
Tú descubres nubes a pinceladas en cielos azules
cuando sólo la sensibilidad es capaz de adivinar,
pero lo adivinas,
y me las creo mías, aunque no lo sean.
Más tarde, quizás mañana,
cuando juntes estas frases
y recuerdes las charlas que tenemos sin palabras
que nos damos a deshoras en lugares que nos miran,
y te des cuenta que es a ti a quien miro a lo lejos
mientras cae otro de los pétalos de la rosa que abonaste
y que ya muere
y te doy dinero por tus pensamientos
pero lo rechazas, porque no sirve.
Y limpio los cristales, al fin,
sin saber de qué va el sueño o si habrá más,
suponiendo otra vez que no habrá tormenta en la noche
y que amanecerá despejado, lo sé también,
porque aquí se inventaron los azules
y te veré nuevamente,
te saludaré,
me mirarás, supongo, como tú sueles mirarme
y la rosa, terminará de morir sin yo haberte pagado aún por
tus pensamientos.
Tú seguirás tu camino,
yo te miraré a lo lejos
Y esperaré que llegue otra vez mañana.
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1 comentarios amigos:
Tú sabes escribir. Lo noto porque sabes hacer lo difícil, convertir en ordenadas palabras un puñado de sentimientos y entonces ocurre la magia, lo invisible se hace visible.
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