Ciudad. Exterior. Noche

>> domingo, 18 de mayo de 2008


Dibujo: Carme Piera (2007)

La ciudad estaba a oscuras. Su camino lo iluminaban los cientos de estrellas y la gran luna que esa noche poblaban el concurrido cielo. Pero, aún en la más absoluta oscuridad, hubiese sabido recorrer esa ciudad que tan bien conocía y tanto recordaba.
Siguiendo el sonido delatador de sus propios pasos se percató del mutismo que le rodeaba, el silencio que reinaba en su ciudad, esa ciudad a la que había decidido regresar. Dos signos de extrañeza consiguieron hacerle parar junto a ese gran charco de agua donde sólo se reflejaba la cara triste de la luna. Dos indicios que le provocaban pensar que las cosas no marchaban del todo bien: el silencio de una ciudad tan poblada y la oscuridad absoluta que lo invadía todo.
Por algún motivo que no lograba entender, cada vez que reiniciaba sus pasos, presentía que algo o alguien caminaba a su lado. Y eso que sólo era perceptible el sonido de sus zapatos en ese mojado asfalto.
En algún momento de esa larga noche que nunca terminaba, se sintió desorientado. Parecía como si esa ciudad no fuese la suya, como si no reconociese las calles y avenidas, las plazas o esculturas que encontraba en su camino. Ni siquiera la fuente rota y sin agua donde tanto jugó de pequeño le pareció familiar cuando llegó a la que se suponía era su barriada. Y esa misteriosa presencia que le seguía, se le hacía cada vez más cercana.
Mientras caminaba por la acera de una de las avenidas principales de la ciudad, una luz le hizo un guiño desde una de las ventanas del edificio, justo enfrente de sus ojos. Paró en seco. Una luz. La única luz eléctrica que había visto desde que regresó a su fantasmagórica ciudad. Después de tres intermitencias en la ventana, esa luz se extinguió. Dudó en acercarse al edificio, o bien continuar su camino.
No tenía tiempo. Decidió seguir esa trayectoria ya fijada. No quiso en ningún momento pensar que era miedo lo que sentía a pesar de lo extraña que estaba resultando su vuelta a la ciudad.
Pero ni tiempo de pensar tuvo, cuando doblando la esquina de una de las calles de su recorrido, volvió a ver otro guiño de luz desde otra ventana. Al mismo tiempo, algo le hizo girar sobre sus talones, como si detrás de él alguien le esperara. No había nadie, o acaso él no conseguía ver presencia alguna. Y la luz, nuevamente se extinguió definitivamente de esa segunda ventana.
Gritó. Gritó con todas sus fuerzas llamando a no sabía quien para comprobar que no estaba solo en la ciudad. Gritó lanzando nombres, palabras incomprensibles, con el fin de ser escuchado por alguien, o quizás, para que quienes estaban y no conseguía ver, dieran la cara.
Por respuesta, obtuvo un tercer guiño de luz. Esta vez desde la parte más alta de un edificio en ruinas.

Nunca supo por qué no llegó a la que fue su casa, ni el porqué de no saber qué fue de los suyos. Pero cuando el sol comenzaba a salir detrás de unas colinas cercanas, él estaba de regreso al lugar donde fue acogido estos últimos años.

11 comentarios amigos:

Anna 18 de mayo de 2008, 22:18  

Como transmites cielo.

Qué relato tan...entrañable y sobrecogedor al mismo tiempo.

Los lugares no nos hacen a nosotros, somos nosotros los que los hacemos a ellos...por eso no se quedó.

Bss y un abrazo.

Anónimo 19 de mayo de 2008, 2:58  

¿Sueño?, tal vez, pero ¡qué sueño!, con múltiples sensaciones, inquietud, ansiedad, desesperación, temor y al final, tranquilidad. excelente narración. Un abrazo cordial.

Anónimo 19 de mayo de 2008, 8:10  

De igual forma que no se puede recuperar el tiempo, es el mismo tiempo quien nos dice el lugar al que pertenecemos.
Donde esté el tiempo invertido, estará nuestro corazón. Sea lugar o no.

Me alegra leerte en prosa amigo, una promesa de tiempos buenos para leer, sin duda. A ti, por supuesto.

Te mando un abrazo.

Nacho Hevia 19 de mayo de 2008, 8:44  

regreso fustrado
por qué pensar que todo iba a seguir igual...
besos de lunes con sabor a domingos

Nacho Hevia 19 de mayo de 2008, 13:23  

me dejé una "r" en frustrado

aquí la tienes: "R"

besos y bancos llenos

Carmelux 19 de mayo de 2008, 21:05  

¡¡¡uf,que impresión de golpe!!!
Siempre habrá un guiño de luz en alguna ventana.
Besos

Nutopia 19 de mayo de 2008, 21:48  

Me ha encantado. Y he llegado a sentir cierto estremecimiento al imaginarme el escenario. Porque ese dibujo que has puesto (muy bonito, por cierto), se acerca muy mucho a mi realidad. Veo esa torre cada día. Besos, ojitos de mar.

Os-K-r 19 de mayo de 2008, 22:37  

Creo que, en ocasiones, no sería capaz de encontrar mi propia morada ni que me guiaran con un GPS de ultima generacion.

Como decía aquel; "de donde vengo o de donde soy?"

Un saludo, me gustan tus textos.

Fabián Aimar (faBio) 20 de mayo de 2008, 15:33  

mmm fíjate a dónde regreso...
y aún así nunca supo por qué no llegó a su casa... y la noche interminable... larga, larga, larga
pues.... me gusta y mete frío
:)
seguro que es porque me ha llegado
besos

Haldar 23 de mayo de 2008, 16:06  

Un sueño? una historia sobrenatural? o simplemente la realidad? Cualquiera puede ser... He caminado por calles solitarias, nocturnas, silenciosas y he sentido esa presencia caminando detras de mi, aun cuando solo se oyen mis pasos....

Excelente relato (sobrecogedor)...

Abrazos...

Anónimo 27 de mayo de 2008, 11:21  

Me has tenido en tensión.Y no respirado de alivio al terminarlo.

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