La sonrisa me miraba
y dibujaba unos ojos
limpios,
recién lavados.
Los ojos que me sonreían
aparentaban felices
y cargados siempre de mucha vida.
Y mientras
sonaba mi piano
con su juego entre notas de teclas negras y blancas.
Y ahora
que conoces la verdad,
los errores y mentiras,
lo pasado y ya muerto
y el futuro aún por llegar,
y mientras suena mi piano…
… huele la noche
cargada de notas
tristes cuando vas.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentarios amigos:
Sí, la noche siempre huele a un Nocturno de Chopin.
Un abrazo.
Publicar un comentario