Retazos de versos dispersos
>> miércoles, 4 de abril de 2012
Sentado entre piedras
contemplo como termina y muere el día.
Entretanto
mi cuerpo cuestiona
que hacer con ese puñado de tardías ilusiones.
Compruebo la firmeza del escollo,
y me aferro a los salientes por temor a una caída.
Retraso el regreso
por miedo a llegar y no verte
y perder lo ganado
en tantos desvelos.
Sostengo tan poco aire
que se duermen mis manos
como si de poseerte se tratara.
Cierro los ojos y respiro
mientras mi mente me observa errante
tanto tiempo como vida poseo.
Dibujo en el aire
una apertura de entrada a un sueño ya nato,
sin ojos que perciban ya colores;
un sueño que no concibe terminar.
(…)
No escucho rumores en este mar calmo.
Tan sólo espero tu regreso,
tu llamada
para cerrar con llave el cielo
y comprender porque el sueño es eterno,
que no la muerte.
(…)
Mientras,
lloro por el día exánime
y me bebo las lágrimas de mi alegría
para mojar tu desnudez
si acaso
pretendes aclarar mi noche.
(…)
Contigo aprendí
a saltar aún más alto,
a que después de ver un fin
siempre puede comenzar un nuevo acto.
En mi sueño
queda el aroma que no te llevaste,
tus gemidos dispersos en mi cama
y la puerta de entrada
siempre abierta anhelando tu regreso.
1 comentarios amigos:
Contigo aprendí
a saltar aún más alto,
a que después de ver un fin
siempre puede comenzar un nuevo acto.
¡Qué preciosidad de versos!
He leído este poema con la canción Contigo aprendí, de Armando Manzanero, en la voz de Andrés Calamaro. El resultado es una auténtica maravilla, un lujazo.
Un fuerte abrazo.
Publicar un comentario